Desde hace tiempo se sabe que el tamaño, la forma y el funcionamiento de los organismos cambian en función de las condiciones ambientales en que viven, pero las causas y consecuencias de esta diversidad aún no son suficientemente conocidas. La biogeografía funcional intenta resolver estas cuestiones centrándose en el concepto de rasgo funcional, definido como cualquier característica de un organismo que afecta su demografía, es decir, su establecimiento, crecimiento, supervivencia y / o fecundidad. Los rasgos funcionales permiten relacionar las propiedades de los organismos con las características de los sistemas que ellos mismos conforman (comunidades y ecosistemas), y complementan las aproximaciones más tradicionales basadas en la distribución geográfica de las especies.La biogeografía funcional pone el énfasis en cómo varían los rasgos funcionales a escalas geográficas grandes (regional, global) y, en este sentido, es una disciplina relativamente nueva. De este modo, aporta herramientas muy potentes para identificar las regiones más vulnerables a los cambios ambientales (por ejemplo, el cambio climático) y determinar cuáles serán los impactos de estos cambios ambientales en el funcionamiento de los ecosistemas y en los servicios que estos aportan a la sociedad.
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