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NAMASTE

¿La adición de nitrógeno mejora los mecanismos de la rizosfera que contribuyen a la acumulación de carbono en el suelo en los bosques?

El potencial de los suelos para secuestrar carbono (C) constituye una estrategia clave para mitigar el cambio climático. Los suelos forestales son especialmente relevantes, ya que almacenan cerca del 40 % del carbono orgánico terrestre. Los aportes subterráneos, como las raíces, son más eficaces para estabilizar el carbono orgánico del suelo (COS) que los aportes superficiales, como la hojarasca. El COS es esencial para la salud del suelo, el reciclaje de nutrientes y la productividad de los ecosistemas.

El almacenamiento de COS depende de un equilibrio entre los aportes de carbono y las pérdidas por actividad microbiana, un balance que se ve alterado por actividades humanas como el calentamiento global y los desequilibrios nutricionales. Esto es especialmente crítico en suelos limitados en nitrógeno (N), donde la capacidad de retener este nutriente y aprovechar su disponibilidad adicional resulta fundamental para mantener o incrementar las reservas de carbono. Históricamente, el N ha sido el nutriente más limitante para el crecimiento vegetal, en particular en bosques con asociaciones ectomicorrícicas. Sin embargo, las actividades humanas han incrementado notablemente los aportes de N reactivo, superando las fuentes naturales y provocando eutrofización, acidificación y cambios en la estructura de los ecosistemas.
Aunque la adición de N influye en el ciclo del carbono, su efecto sobre el almacenamiento de COS en bosques sigue siendo incierto. La saturación crónica de N por deposición prolongada puede inhibir la descomposición de la materia orgánica del suelo (MOS). Bajo condiciones de fertilización con N, la asignación de carbono tiende a desplazarse hacia la parte aérea, reduciendo los aportes radiculares y alterando la dinámica microbiana. Estos cambios pueden desestabilizar la MOS o, por el contrario, ralentizar su descomposición, favoreciendo la acumulación de COS. La fauna edáfica también desempeña un papel clave en la transformación y descomposición de la materia orgánica, afectando tanto a las comunidades microbianas como a la meteorización mineral. Las interacciones entre rasgos aéreos y subterráneos, comunidades biológicas del suelo y procesos de secuestro de carbono son complejas y aún poco comprendidas.

El marco conceptual emergente considera el COS como un continuo de biopolímeros orgánicos transformados por la actividad microbiana y estabilizados mediante interacciones con minerales y agregados del suelo, incluyendo la materia orgánica asociada a minerales (MOAM) y la materia orgánica particulada (MOP). Investigaciones recientes subrayan la importancia de ambos compartimentos en el secuestro de carbono, y sugieren que el enriquecimiento en N puede aumentar la eficiencia microbiana en la formación de MOAM, siempre que el pH del suelo se mantenga estable.

El proyecto NAMASTE se apoya en dos experimentos de larga duración (10 años) sobre adición de N: Cansiglio (Norte de Italia) y Prades (Noreste de España), basándose en resultados previos prometedores. Estos bosques representan escenarios contrastantes: Cansiglio, un hayedo, se encuentra próximo a la saturación de N, mientras que Prades, un encinar mediterráneo, se caracteriza por una marcada limitación de N en el suelo. La hipótesis general plantea que el estado nutricional del suelo condiciona la cantidad y calidad de los aportes a la rizosfera, promoviendo comunidades microbianas y faunísticas activas y eficientes, e influyendo en los rasgos, dinámica y abundancia radicular. Estas interacciones, mediadas por los aportes de raíces, la actividad de la fauna y los procesos microbianos, impulsan la producción de necromasa microbiana, residuos de fauna y subproductos relacionados, procesos que pueden conducir a un aumento del secuestro de carbono.

 

PROYECTO CREAF-NAMASTE FINANCIADO POR: 

Ministerio de cienca, innovaxión y universidades

 

 

 

 

Dense trees in a forest.
Person climbing a tree in a forest.