CON LA COAUTORÍA DE:
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Vivimos en una sociedad y un sistema de investigación donde se juzga todo por los resultados: los premios, las métricas, las notas, lo que podemos mostrar y cuantificar fácilmente. Corremos el riesgo de que este enfoque resultadista también se traslade a la forma en que medimos el impacto de la investigación en la sociedad. De modo que, sólo ponemos en valor el resultado final y nos olvidamos de todo el camino a recorrer para que este impacto sea real y transformador.
Así, puede haber proyectos y colaboraciones que durante años han movilizado a equipos de investigación, instituciones y comunidades, han generado conocimiento, relaciones e innovaciones que ya son valiosas por sí mismas, pero que pueden quedar invisibilizadas si sólo miramos el resultado tangible e inmediato. Habría pues que reflexionar sobre cómo entendemos el impacto: no sólo como un hito a alcanzar, sino como un proceso vivo que requiere tiempo, cuidados y compromiso para que la investigación pueda arraigar y transformar la sociedad de una manera sana y sostenida . Por ejemplo, en la historia de impacto que publicábamos hace unos meses ( Conservar la naturaleza va mucho más allá de las áreas protegidas ), les explicábamos los beneficios obtenidos a través de medidas de conservación y políticas del territorio, y que fueron fruto de una colaboración y trabajo intenso de muchas instituciones durante casi dos décadas. Durante estos años, los diferentes actores ya estaban incorporando conocimientos, nuevas formas de colaborar y gestionar los entornos naturales de Cataluña tiempo antes de aprobar las políticas o los nuevos modelos de gestión. Y es precisamente de ese camino hacia el impacto —y de todos los beneficios y dinámicas que se generan ya desde las primeras etapas de la investigación, de lo que queremos hablar hoy en el Rincón del Impacto. Entendemos “sociedad” en el sentido más amplio: no sólo personas o comunidades, sino también el medio ambiente, la salud, las tecnologías, las políticas y otros muchos ámbitos que la investigación puede transformar.
¿De qué hablamos cuando hablamos de camino hacia el impacto como un proceso
¿De qué hablamos cuando hablamos de camino hacia el impacto como un proceso
Si buscamos “Impact pathway” en cualquier buscador, encontraremos todo tipo de modelos, marcos lógicos o teorías del cambio que describen las relaciones causales que pueden llevar hasta el impacto ( ¡ahí está la nuestra! ). Pero lo que a menudo no explican tan claramente es que este camino no es lineal, único ni totalmente previsible: es múltiple, lleno de elementos inesperados y puede avanzar en direcciones diversas . Es una combinación de planificación y esfuerzo constante, pero también de esa serendipidad que, como describió el escritor Horace Walpole por primera vez, puede hacer aparecer descubrimientos y resultados inesperados.
Estos modelos suelen compartir cinco elementos básicos : inputs, activities, outputs, outcomes e impacts. Dicho brevemente, los inputs son los recursos que hacen posible la investigación como la financiación, el personal o los proyectos.; las actividades son la búsqueda en sí; los outputs son los productos generados, por ejemplo, artículos científicos, nuevas herramientas y metodologías; y los outcomes son los usos a corto o medio plazo de estos resultados tales como nuevas formaciones o informar a políticas públicas; y, por último, los impactos son los cambios reales generados. En el caso del CREAF tenemos dos ejemplos cercanos: el aumento de área forestal protegida o la implantación de nuevas técnicas para restaurar suelos mineros . Estos impactos, a menudo, llegan después de años de investigación, de esfuerzos, colaboraciones y, a veces, gracias también a factores inesperados que abren nuevas vías ( Visite aquí el artículo del Rincón donde hablamos del impacto ).
Por eso, es necesario entender el camino hacia el impacto como un proceso a largo plazo, que a menudo puede durar años o incluso décadas. Un proceso que debería incorporar la participación activa de agentes diversos, más allá del mundo académico e idealmente desde la fase inicial de diseño de los proyectos.
Por eso, hay que entender el camino hacia el impacto como un proceso a largo plazo, que a menudo puede durar años o incluso décadas . Un proceso que debería incorporar la participación activa de agentes diversos, más allá del mundo académico e idealmente desde la fase inicial de diseño de los proyectos. Unos actores que puedan contribuir a definir las preguntas de investigación, hipótesis y/o posibles soluciones. Esta implicación debería mantenerse a lo largo de todo el proyecto. Para ello deben favorecerse dinámicas de colaboración y co-creación con todos los actores para quienes aquella investigación puede ser relevante.
Este trabajo compartido no sólo puede generar beneficios directos para las personas, comunidades o instituciones implicadas, sino también transformar la forma en que hacemos investigación: abriendo nuevas perspectivas, conectando con necesidades reales e inspirando enfoques innovadores que quizás no habríamos considerado desde dentro de una institución de investigación. De hecho, todo este proceso —con los aprendizajes, vínculos y cambios que genera— ya puede ser considerado un impacto en sí mismo: un éxito que enriquece tanto a la ciencia como a la sociedad y abre nuevos caminos que pueden seguir dando frutos en el futuro.
Foto aérea de un campo. Autoría: imagen libre de derechos, Fuente: Pexels
Varios caminos hacia el impacto
Varios caminos hacia el impacto
El impacto de la investigación no se produce por una única vía ni sigue un único patrón. Existen múltiples caminos —combinables y complementarios— que pueden facilitar que el conocimiento generado arraigue y transforme la sociedad. Destacamos algunos:
- A través de la comunicación y el outreach . Explicar la investigación de forma accesible, creativa y relevante puede hacerla llegar a nuevos públicos, generar interés, confianza e inspirar acciones. Charlas, exposiciones, formatos audiovisuales, iniciativas en redes sociales son ejemplos que pueden ayudar a hacer visible y útil el conocimiento, especialmente si se hace escuchando y dialogando con la sociedad.
- A través de la innovación y transferencia . Cuando los resultados de la investigación se convierten en tecnologías, servicios, productos o metodologías aplicables en entornos reales, puede darse respuesta directa a retos sociales, ambientales o económicos. Esta vía incluye la colaboración con empresas, emprendeduría, patentes y otras formas de transferencia de conocimiento útil y transformador.
- A través de la co-creación y la investigación participativa . Cuando colectivos, entidades o personas están implicados desde el inicio y activamente en la investigación, se construyen conocimientos compartidos, se enriquece la comprensión del problema, se mejoran las soluciones y se genera una investigación más conectada con las necesidades sociales. Abrir la ciencia para incorporar conocimientos no científicos puede contribuir significativamente al progreso de la investigación, aportando perspectivas, saberes y experiencias que a menudo quedan fuera de los marcos académicos tradicionales.
- A través de la investigación interdisciplinaria . Enfrentar problemas complejos a menudo requiere combinar perspectivas diversas. La interacción entre disciplinas puede generar enfoques innovadores, abrir nuevos marcos conceptuales y facilitar soluciones más integradoras.
- A través de la contribución a políticas y prácticas . La investigación puede informar, orientar o transformar políticas públicas y prácticas institucionales o sectoriales. Ya sea con datos, evidencias, modelos o recomendaciones, puede influir en decisiones que tienen efectos directos sobre la sociedad y el medio ambiente.
¿Qué es más valioso, el resultado o el proceso?
¿Qué es más valioso, el resultado o el proceso?
Nos preguntábamos al inicio si el sistema de investigación da demasiada importancia a los resultados finales Y a menudo, a pesar de querer reivindicar el valor del camino recorrido, volvemos a evaluarlo todo con métricas como el número de asistentes, publicaciones o audiencia. Pero... ¿qué es realmente más importante: qué conseguimos o cómo lo hacemos?
No todo se puede –ni hace falta– medir. Hay procesos menos visibles que también generan impacto ya los que debemos dar valor: crear dinámicas, colaboraciones, espacios compartidos, comunidades.
Para responder a la pregunta, también es relevante plantearse si es necesario conseguir medirlo todo . No todo se puede –ni hace falta– medir. Hay procesos menos visibles que también generan impacto ya los que debemos dar valor: crear dinámicas, colaboraciones, espacios compartidos, comunidades. Promover culturas que faciliten cambios a largo plazo sin obsesionarnos por cómo se cuantificarán después . Esto no significa olvidar las métricas, sino entender sus limitaciones y la necesidad de contextualizarlas. Muchos esfuerzos valiosos no quedan fácilmente recogidos en cifras es importante reconocer que el impacto (¡grande o pequeño!) también puede adoptar formas inesperadas: cambios culturales, nuevos aprendizajes, transformación de comportamientos o apoderamiento social.
Todo este proceso implica una diversidad de agentes: actores sociales, personas investigadoras y también personal de comunicación, de transferencia, de ciencia abierta, de impacto,... Todos ellos contribuyen, de una u otra forma, a hacer posible el impacto.
No existe una fórmula única para medir ni explicar el éxito. Cada una de las historias de investigación –con sus interacciones, contextos y procesos– nos habla del valor real de lo logrado. Quizás, al final, es justo aquí donde deberíamos prestar más atención: en el proceso.
Para saber más...
- Glosario sobre el impacto de la investigación (BUSCA).
- Understanding Pathways a Research Impact: Concepto a Practice (Research Impact Academy)
- Webinar: “ Making a meaningful difference to society: An impact literate approach ” by Dr. Julie Bayley