
Los cultivos son zonas de baja combustión y, por tanto, reintroducirlos entre las masas forestales en las zonas periurbanas es clave tanto para alejar el fuego de las personas como ayudar en las tareas de extinción si llega un incendio.
Estos días han circulado imágenes muy impactantes sobre los incendios forestales que está sufriendo California y, particularmente, la ciudad de Los Ángeles. Según indican los expertos, la combinación entre una fuerte sequía, la alta velocidad del viento y la falta de espacios abiertos en el bosque, como podrían ser cultivos o prados, han provocado que la propagación del fuego haya sido más rápida de lo que los cuerpos de bomberos pueden asumir. Y esto también puede trasladarse a Cataluña (u a otras zonas de España) en muchos sentidos. Según datos preliminares obtenidos en el marco del proyecto Horizon Europe wildE, para evitar que el fuego llegue a las zonas urbanas de la región metropolitana de Barcelona el punto más importante es mantener espacios abiertos a su alrededor, como si fueran cinturones de protección. “Los cultivos y pastos son zonas de baja combustión y, por lo tanto, re-introducirlos entre las masas forestales a las zonas periurbanas es clave tanto para alejar el fuego de las personas como para ayudar en las tareas de extinción si llega un incendio. Además, también pueden mejorar la economía local y la biodiversidad asociada en los espacios abiertos mediterráneos”, explica Rodrigo Balaguer Romano, investigador del CREAF y principal autor de este estudio.
Ahora bien, la gran pregunta es: ¿dónde ponemos estos cultivos? Según los resultados de esta investigación, “la mejor opción para la región metropolitana barcelonesa es recuperar los cultivos que ya existían en los años 50 y se abandonaron y aprovechar los espacios abiertos que los efectos de las sequías ya están generando en los bosques. Así ya nos avanzamos a las previsiones de los escenarios de cambio climático y reducimos el riesgo en zonas que tendrán mucho combustible acumulado para los incendios (la vegetación seca quema más)”, añade el ecólogo.
La mejor opción para la metrópolis barcelonesa es recuperar los cultivos abandonados que ya existían en los años 50 y abrir otros nuevos en aquellas zonas forestales que son susceptibles de sufrir grandes sequías.
Fuego menos conectado
El factor clave que analiza este estudio es la llamada “conectividad” del fuego. Un incendio arrasa más hectáreas si el paisaje tiene más conectividad, es decir, si las masas forestales están más conectadas entre ellas y facilitan que el fuego salte de un sitio a otro. Por este motivo, romper la conectividad del bosque añadiendo espacios abiertos como los cultivos es muy necesario.
En este sentido, los expertos del CREAF han estudiado los usos que se le da a los suelos del territorio (si es un suelo urbano, bosque o cultivos) y la conectividad del fuego en caso de incendio ahora y hasta el año 2050 teniendo en cuenta el aumento previsto de episodios de sequía. “Las zonas de cultivo cerca de los núcleos son las que mejor rompen la conectividad del fuego y actúan como un cinturón que protege mejor la zona urbana. Así, si llega un incendio, quemará más despacio”, indica Balaguer-Romano. En el caso de la región metropolitana de Barcelona, los datos apuntan que la recuperación de 17.000 tiene que cultivos y pastos abandonados en los últimos años junto con la transformación de las zonas forestales propensas a los grandes episodios de sequía permitiría disminuir un 30% de media la conectividad del fuego en caso de incendios.
Biodiversidad mediterránea
Por otro lado, esta estrategia de recuperar cultivos en una zona donde ya había antiguamente y de aprovechar los efectos de perturbaciones como las sequías, que cada vez serán más frecuentes, no solo es beneficioso para la prevención de incendios, sino que también contribuye a mantener la riqueza de la biodiversidad asociada a los espacios abiertos en las zonas mediterráneas. “A menudo pensamos que “renaturalizar” un ecosistema quiere decir re-introducir grandes herbívoros del pasado, pero recuperar el mosaico agroforestal en el que perturbaciones como los incendios, que no van a dejar de producirse, tengan una dimensión menos catastrófica, puede ser esencial para el mantenimiento de la integridad ecológica del paisaje y su biodiversidad”, explica Josep Maria Espelta, también investigador del CREAF, y coordinador junto con Lluís Brotons del proyecto wildE. Por ejemplo, una gran variedad de mamíferos como el tejón, pájaros de ambientes agrícolas como la avutarda común y polinizadores como las mariposas y las abejas son animales favorecidos por la presencia de cultivos y otros espacios abiertos.
Este estudio es posible gracias a los datos que ha facilitado el programa BCN Agraria de la Oficina Técnica de Prevención Municipal y Desarrollo Agrario de la Diputación de Barcelona, quien ha hecho un exhaustivo trabajo previo de identificación de zonas agrícolas potencialmente recuperables, y sus conclusiones se presentarán próximamente en el congreso EGU 2025 en Viena en una sesión sobre innovaciones en la gestión del riesgo de incendio en interfaces urbano-forestales.