Decimos que para cada centímetro de suelo creado se necesitan 100 años. Una aproximación pedagógica que no está muy lejos de la realidad
¿Sabías que en Cataluña dos tercios del territorio son vulnerables a la desertificación? Este fenómeno se da en zonas de clima árido o semiárido y conduce a un ciclo vicioso donde el suelo acaba degradándose totalmente y es muy difícil salir de ello. Las comarcas de la cuenca del Ebro y las comarcas centrales de Tarragona y Lérida serían las zonas más vulnerables de Cataluña si tomamos como referencia el clima actual que tienen y el que experimentarán en los próximos años por el efecto del cambio climático.
Son zonas que presentan un clima subhúmedo seco y semiárido mediterráneo, donde el cambio climático está provocando sequías más frecuentes y de mayor duración, y donde en algunos lugares se ha dado un uso intensivo de la tierra poco sostenible que conlleva mayor riesgo de erosión.
Mapa de la media del Índice de aridez entre 1991-2020. Los colores anaranjados indican incremento de la aridez y los colores azules al contrario. Fuente: S. Beguería (EAD-CSIC). Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO).
La prevención es clave para no llegar a este punto y en este post del blog, en el Día Mundial Contra la Desertificación, queremos explicártelo. ¡Vamos paso a paso!
Los primeros 10 centímetros de tierra que tenemos bajo los pies son donde se concentra la vida terrestre en nuestro planeta. A esta primera capa la llamamos horizonte A u organomineral, y a menudo está cubierta por la hojarasca (el horizonte O), unas capas delgadas pero muy ricas en materia orgánica que son claves para almacenar los nutrientes y el agua que luego absorberán las plantas.
Es en los primeros 10 centímetros de tierra que tenemos debajo de los pies donde se concentra la mayor parte de la vida terrestre de nuestro planeta.
En el suelo encontramos otras capas más profundas, como los horizontes minerales (B) seguidos de un horizonte de roca madre ya bastante alterado (C) justo encima de la roca madre. Y es que el suelo no es más que el resultado de la fragmentación y alteración de los minerales primarios de la roca madre en secundarios que, al mezclarse con residuos vegetales, va creando esta mezcla fértil que da lugar a la vida, las plantas, los hongos, los microorganismos y el resto de seres vivos que dependen de él.
Imagen de los diferentes horizontes en un suelo de Galícia. Imagen: Anna Ramon, CREAF
¿Cómo se forma el suelo?
Cómo será el suelo de un lugar depende de 5 factores diferentes
Ilustración que muestra los ingredientes esenciales de los suelos vivos. Imagen: Nora Soler
¿Cuanto tarda a formarse el suelo?
El suelo se forma más o menos rápido según estos 5 factores, no hay una velocidad estándar. Sin embargo, dado que el suelo no es un recurso renovable y cuesta muchos años formarse desde la escala de tiempo humana, se suele decir que para cada centímetro de suelo creado se necesitan 100 años. Una aproximación pedagógica que no está muy lejos de la realidad y que ayuda a entender que cuando perdemos suelo en un lugar, no lo recuperaremos en siglos.
Consecuencias de la desertificación y de la degradación del suelo
El suelo es un sistema vivo que cumple funciones muy relevantes para el funcionamiento de la vida en la tierra. Por ejemplo, recicla los restos vegetales que recibe (madera muerta, hojas, ramas, animales, etc.) en un proceso de descomposición y mineralización que permite la creación de materia orgánica estable a largo plazo y que aporta nutrientes que luego son claves para las plantas. Gracias a este proceso, el suelo es un almacén de carbono increíble, capaz de secuestrar dióxido de carbono de la atmósfera durante siglos. Además, gracias al suelo, el agua se filtra y se limpia, funcionando como una gran esponja que retiene el agua para las plantas y los animales.
Cuando perdemos suelo perdemos estas funciones, por lo que su pérdida es una preocupación muy grande en la que el CREAF trabaja desde hace años.
Perder suelo implica perder funciones vital como el reciclaje de restos vegetales y animales en materia orgánica estable que aporta nutrientes por las plantas, o la capacidad de filtrar el agua.
Causas de la desertificación y la degradación de los suelos
Sabemos que un suelo aún no se ha degradado permanentemente cuando con acciones suaves el suelo mejora. Una acción suave, por ejemplo, sería dejar de cultivar un suelo que se está comenzando a erosionar y destinarlo a actividades forestales. Otra acción sería aportarle compost para mejorar su estructura y reducir la erosión. Cuando un suelo ya no mejora ni con las acciones más duras decimos que su degradación es irreversible, como la situación que se da en las minas a cielo abierto. En estos casos hay que rehacer el suelo desde cero, mediante la construcción de suelos artificiales o tecnosuelos.
Los procesos que degradan los suelos son muy variados. Por poner algunos ejemplos encontramos:
Bioconstrucción en forma de entramado y malla compostable para evitar la erosión de un talud en el Parque Natural del Alt Pirineu. Imagen: Marta Josa, CustForest
¿Qué es la erosión?
La erosión es la pérdida de suelo de un lugar hacia otro. Para que se dé la erosión el material debe ser arrastrado por un fluido, sea aire o agua. Así, podemos decir que hay una erosión provocada por el viento, la erosión eólica, poco frecuente en Cataluña, o por el agua, la más frecuente en nuestra tierra.
La pendiente, la vegetación y la porosidad del suelo son las características que marcan el riesgo de erosión de un suelo.
El agua erosiona a medida que desliza superficialmente por un terreno (escorrentía), así habrá más erosión cuanto más agua caiga, pero también según la pendiente que tenga un lugar, ya que acelera este deslizamiento. Por otro lado, la capacidad del suelo para absorber agua (infiltración) también será importante para saber si será fácilmente erosionable o no. Un suelo que tiene una buena estructura, es decir, poroso y poco compactado, tendrá más capacidad de absorber más agua y también retenerla, haciendo más difícil la erosión. Por último, la cantidad de vegetación también es muy importante. Un terreno con muchas plantas será capaz de frenar más el agua y será una protección para evitar perder tierra cuando llueve, pero también esponja el terreno con el aporte de materia orgánica y los canales que dejan sus raíces al morir.
Erosión y cambio climático, un pez que se muerde la cola
Sin embargo, en Cataluña hay que tener presente que debido al cambio climático también estamos viviendo un aumento de la erosión provocada por el incremento en la cantidad e intensidad de las lluvias torrenciales. Además, con el aumento de temperaturas también se espera menos crecimiento vegetal en la zona mediterránea, lo que hace disminuir la materia orgánica del suelo y que este sea menos poroso. Un hecho colateral que también hay que tener en cuenta es el de los incendios, el cambio climático puede provocar más incendios en determinadas zonas que dejarían un suelo desprotegido y más vulnerable a la erosión.
Por culpa del cambio climático, en Catalunya también estamos viviendo un aumento de la erosión provocada por el incremento en la cantidad e intensidad de las lluvias torrenciales.
Fuente: Dirección General de Conservación de la Naturaleza, año 2000.
¿Cómo prevenir la desertificación y la degradación del suelo?
En este sentido, la lucha contra el cambio climático es clave para revertir los procesos de erosión, especialmente en el mediterráneo.
Sin embargo, para prevenir la erosión desde hoy mismo, lo mejor que podemos hacer es pedagogía sobre las mejores maneras de gestión del suelo y del paisaje, la prevención es la clave para evitar que una tierra se erosione. Por ejemplo:
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¿Qué es la desertificación?
La desertificación es un proceso de degradación total del suelo que se da exclusivamente en zonas áridas (con poca lluvia) y que tiene implicaciones para la biodiversidad. En este proceso, el suelo tiene un papel clave y hablamos de un fenómeno que se retroalimenta. Te lo explicamos:
La desertificación es un proceso de degradación total del suelo que se da exclusivamente en zonas áridas (con poca lluvia) y tiene implicaciones para la biodiversidad.
Cuando no llueve en un territorio hay menos vegetación, o crece menos, y por tanto entra menos materia orgánica al suelo, sin tanta materia orgánica el suelo se compacta porque pierde estructura (los típicos conglomerados de tierra que hacen que quede porosa), esto provoca que se pierda capacidad de infiltrar agua y que el agua que cae al final acabe provocando erosión y la pérdida de la materia orgánica de la capa superficial. El poco agua que cae no se infiltra y por tanto no la puede aprovechar ni la poca vegetación que queda, reduciéndose por tanto los aportes de materia orgánica al suelo.
Fuente: Instituto Geográfico Nacional de España
Aunque es un proceso que se ha dado de manera natural ante cambios climáticos del pasado, la desertificación se está acelerando en todo el mundo (o dándose en lugares donde no debería) por la actividad humana y el cambio climático actual. Algunos de los motores de la desertificación en la península Ibérica son:
¿La desertificación es irreversible?
La desertificación se puede revertir con planes de larga duración que pongan el foco en aumentar la vegetación del lugar. Los ejemplos que han funcionado han comenzado la restauración del lugar desertificado plantando especies resistentes a estas condiciones áridas. Con estas plantaciones se busca activar de nuevo el ciclo de la materia orgánica, la resistencia a la erosión y una mayor retención de agua en el suelo de cuando hay precipitaciones, lo que permite el retorno de especies menos resistentes.
Además de esto, a escala local también se puede intervenir a nivel topográfico, intentando reducir la pendiente con terrazas o implementando el keyline, una técnica orientada a recuperar el máximo de agua que cae en un espacio concreto, mediante canales, balsas o incisiones en el suelo.
Vicenç Carabassa, investigador del grupo de restauración de suelos del CREAF visitando un proyecto de restauración en una cantera. Imagen: Galdric Mossoll