La historia de Torres del Paine es un caso bien curioso y “ejemplar de cómo funcionan las cadenas alimentarias en la naturaleza”, nos explica Esperanza Iranzo. Históricamente, en la Patagonia había numerosas manadas de guanacos, un animal de la familia de los camélidos y cuya domesticación ha dado lugar a las llamas. El depredador de estos guanacos era el puma y ambas especies estaban en equilibrio en el ecosistema. La rotura de este equilibro llegó a finales del siglo XIX con la colonización europea, pues se introdujo otra presa nueva, la oveja.
A partir de este momento, las ovejas iban in crescendo en población para el provecho humano y los habitantes del lugar cazaban fuertemente a las especies nativas -a los pumas, para evitar el riesgo de ataques, y a los guanacos, para que no se comiera el pasto que estaba destinado a las ovejas. Así que se desencajaron las relaciones tróficas. Por este motivo, las instituciones chilenas denominaron Parque Nacional a Torres del Paine en 1959 y se prohibió la caza de puma y guanaco, lo que permitió la recuperación de sus poblaciones y su expansión fuera del área protegida. Y aquí empezó el conflicto social.
Artículo de referencia:
Iranzo, E. C., Ohrens, O., Mata, C., Traba, J., Acebes, P., González, B. A., ... & Malo, J. E. (2025). More pumas (Puma concolor) does not change perceptions: The mismatched response of ranchers to the presence of a top carnivore. People and Nature. https://doi.org/10.1002/pan3.70018