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La agricultura sufre un desperdicio colosal de nitrógeno que provoca estragos en la naturaleza

Pagesos segant els camps de la Vall d’en Bas, a la Garrotxa. Imatge: Galdric Mossoll
Responsable de comunicación

Anna Ramon Revilla

Soy licenciada en Biología (2005 UAB) y Máster en Comunicación Científica y Ambiental (2007 UPF) . Desde 2011 soy la Responsable de Comunicación del CREAF.
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La investigadora del CREAF Estela Romero firma una editorial en la revista Science of the Total Environment donde concluye que el uso masivo de nitrógeno en fertilizantes agrícolas nos ha llevado un aumento del rendimiento agrícola, pero también a un sistema ineficaz que pierde casi el 80% de estas entradas de nitrógeno. Según los autores, se trata de un desperdicio colosal de recursos con muchos impactos negativos, por ejemplo, el exceso de nutrientes en el agua - que provoca eutrofización y la pérdida de oxígeno y supone una amenaza para los organismos acuáticos y la calidad del agua - el mismo exceso de nutrientes en la tierra – que provoca la acidificación del suelo y contaminación atmosférica, con la emisión de gases de efecto invernadero y la agudización del calentamiento global.

Existen opciones como los cambios de hábitos alimentarios, la mejora de la gestión agrícola y ciertas prácticas de circularidad que pueden garantizar la seguridad alimentaria dentro de unos límites planetarios seguros y justos.

La editorial encabeza un número especial coordinado por la investigadora que recoge impactos y soluciones que ha estudiado la ciencia y hace un llamamiento a implementar con urgencia estrategias y políticas que hagan compatible la necesidad de alimentar una población mundial creciente sin comprometer la salud de los ecosistemas. En este sentido, Romero y el resto de autores recomiendan acompañar a los productores para cambiar su punto de vista negativo sobre el tema y hace una recopilación de posibles soluciones, como el potencial de la agroecología o algunos métodos para recuperar nitrógeno de las aguas residuales urbanas, y concluye que la ciencia ha avanzado bastante y que existen opciones como los cambios de hábitos alimentarios, la mejora de la gestión agrícola y ciertas prácticas de circularidad que pueden garantizar la seguridad alimentaria dentro de unos límites planetarios seguros y justos.

 

Soluciones eficaces

Esta editorial presenta una compilación de trabajos científicos que buscan soluciones a este problema, también al reto de reducir las pérdidas de N a la mitad antes del año 2030. Por ejemplo, los estudios coinciden en que la transición a prácticas agroecológicas es una apuesta firme que lleva a situaciones beneficiosas para todo el mundo, tanto para la salud de los ecosistemas como para la salud humana.

 

“Los estudios demuestran que un cambio hacia las rotaciones de cultivos ecológicos, la reconexión entre agricultura y ganadería, y menos productos de origen animal, consigue reducir a la mitad las emisiones reactivas de nitrógeno actuales al medio ambiente, a la vez que aumentan la autosuficiencia alimentaria en Europa”.

ESTELA ROMERO, investigadora del CREAF y primera autora del estudio.

También apoyan la implementación de las medidas “Farm to Fork” que propone la Unión Europea. Estas medidas pueden llevar a una reducción del 40% del uso de fertilizantes sintéticos y piensos que se importan a Europa, y un 30% menos de pérdidas medioambientales de nitrógeno, “si bien son menos eficaces que la transición agroecológica en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y no consiguen el objetivo de recortar las pérdidas de N en la mitad”, aclara Romero.

Los artículos analizan las medidas necesarias para llegar a este hito y los resultados sugieren que hay que incentivar los sistemas circulares, aprovechando, por ejemplo, el nitrógeno que contienen las aguas residuales urbanas para irrigar campos y zonas verdes en áreas periurbanas o reconectando la agricultura y la ganadería. Algunos analizan también la eficacia de soluciones basadas en la naturaleza –en este caso, plantando vegetación en los canales de irrigación– para retener el nitrógeno y evitar la contaminación de ríos y acuíferos.

Il·lustració de l'article "Enfocament regional i integrat per reduir les emissions de nutrients i gasos d'efecte hivernacle procedents de l'agricultura als Països Baixos". Autor: Kros, H. et al. Enllaç: https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2023.168501

Las soluciones pasan, en cualquier caso, por una participación activa y decidida de todos los actores implicados: los productores (agricultores y ganaderos), pero también los consumidores, porque nuestras elecciones de consumo son determinantes para remodelar la estructura de los sistemas agroalimentarios a gran escala. Disminuir la ingesta de proteínas animales, dar prioridad a los alimentos ecológicos y reducir el derroche de alimentos son palancas clave para frenar las pérdidas de nitrógeno al alcance de todas las personas.

Aun así, desde el punto de vista de las ciencias sociales, los estudios demuestran que los productores todavía discrepan mucho sobre estas medidas y necesitan más conocimiento y apoyo para equilibrar la producción agrícola y ganadera y hacer la transición hacia sistemas sostenibles. “Por eso desde la ciencia proponemos aprobar políticas más estrictas, pero buscar vías constructivas y acompañarlas de ayudas o incentivos para que sean socialmente aceptables”, finaliza Romero.

Artículo de referencia: Romero E. et al. Nitrogen in agri-food systems and the environment: Next steps to a sustainable future. Science of The Total Environment (2024). https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2024.174555

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