
Cuanto más me adentro en la ecología teórica para tratar de interpretar el mundo, más me maravilla que siga funcionando.
Si se conectan los nodos vitales de la vida del ecólogo Josep Peñuelas, se confirma que la forma resultante de unir adquiere sentido porque explica dónde le han llevado las decisiones que ha tomado, las situaciones que ha encarado y las personas con las que se ha encontrado. Y lo que seguro que ha sido este ecólogo, investigador del CREAF y profesor de investigación del CSIC –y desde luego sigue siendo– es curioso e intuitivo aparte de perseverante, seguramente a partes iguales. “Siempre me ha interesado entender cómo funciona la vida, me parece una maravilla extraordinaria: ya desde pequeño con 11 o 12 años iba a la biblioteca de Figueres a leer libros y revistas científicas, aparte de jugar al fútbol, que también me gustaba mucho”, recuerda. Mientras remarca que entonces ya podía entender el inglés científico: "no es demasiado difícil, no se puede comparar con ver cine en versión original, por ejemplo".
La determinación le mantuvo en el convencimiento de estudiar Biología, sorteando la insistencia de docentes y familiares para matricularse en Medicina, Matemáticas o Ingeniería. “A menudo he recordado ese consejo y ahora constato que lo interesante es dedicarse a estudiar la vida teniendo conocimientos de matemáticas, ingeniería y química. Lo que esquivé es el consejo de especializarme en una sola de estas disciplinas”, reflexiona. Y, de repente, los pasos dados van tomando significado, porque trazan líneas entre los puntos y se encuentran explicaciones: “Curioso, nunca había pensado así... todavía recuerdo la sorpresa del profesorado cuando dije que quería estudiar Biología... y en casa les hubiera gustado que fuera ingeniero de Telecomunicaciones. Pero tenía clarísimo lo cautivador que es estudiar la vida, es la ingeniería de nuestros cuerpos”.
Los humanos hemos entrado en el ámbito de estudio de este investigador prolijo como una especie más, como “un componente más para tratar de interpretar cómo funciona la vida”. Y dentro de esta visión macro cabe el universo, de los átomos al big bang, interés que explica con la veteranía en el punto de mira: “me estoy haciendo mayor y estoy empezando a hacer una síntesis. Me interesa mucho la ecología teórica para tratar de interpretar el mundo. Cuanto más me adentro, más me maravilla que siga funcionando”. Una sorpresa vinculada a los límites de crecimiento, en los que el cambio climático tiene un papel protagonista.
Colapsar o no
Con un discurso imparable y ágil que conecta ideas constantemente, Peñuelas va tejiendo afirmaciones contundentes siempre con una sonrisa. Y se interroga sobre por qué nuestra civilización no ha colapsado, utilizando el mismo tono amable y franco con el que se muestra hechizado por la maravillosa diversidad y complejidad de la vida. Una complejidad que nos está llevando a “acercarnos a la capacidad de carga de muchos sistemas, a partir de la cual ya no podremos crecer más y sólo cabe esperar que las perturbaciones nos hagan retroceder. Nos recuperamos según la propia resistencia y resiliencia y, si no, colapsamos y desaparecemos”, blanco y en botella. “La muerte es el gran invento de la vida, es lo más barato que hay”, afirma, con una frase que parece extraída del discurso de Steve Jobs en Stanford en junio de 2005. “Nos sabemos reproducir y volver a empezar con el ADN, que es muy barato, la prueba es que no ha cambiado a lo largo de tantos millones de años. Y no sólo los humanos, también otros organismos... me parece extraordinario”.
Pero nuestra sociedad no ha colapsado, "ni tampoco nosotros, nuestros organismos, nuestros sistemas y comunidades". Y lo atribuye a que “a lo largo de la evolución hemos adquirido unos márgenes de seguridad muy amplios”, que funcionan como protección. Habla de ello haciendo referencia a lo que llama “los amortiguadores del sistema Tierra” y los explica como “la enorme capacidad de la Tierra de evolucionar y permitir que convivan millones de especies y organismos diferentes. Es maravilloso que a lo largo de la evolución se haya generado tal diversidad de formas de encarar el uso de la energía y de la materia en el espacio. Y, al mismo tiempo, todas las especies tengan en común unas leyes sencillas y universales de conservación de la materia y la energía, ocupación del espacio, evolución en selección y algunos fenómenos estocásticos”. El día y la noche, las estaciones del año, las plagas y los huracanes son perturbaciones que conviven con una tan determinante como es el cambio climático.
Vértigo por exceso de datos
Una se pregunta si conectar tanta información está en el origen de cierto vértigo, justamente porque se tiene la dimensión de lo que está pasando y sus consecuencias. Y por primera vez, la contundencia de Josep Peñuelas se convierte en autocrítica, con una sonrisa en la boca, pero autocrítica. “Vértigo no me produce, no, todavía querría tener más información. Pero tenemos muchísimos datos y pensamos poco, utilizamos Inteligencia Artificial y estadística, pero nos falta pensar un poco más, que el día a día no se nos lleve por delante. Me preocupa no tener la calma necesaria para interpretar. Yo soy el primero que falla en eso: trabajo con una red enorme y enriquecedora de colegas y, como consecuencia, me cuesta encontrar espacios de calma". Y, a continuación, admite que “sabemos que nuestro comportamiento como sociedad nos lleva al desastre y seguimos, sin una visión a medio ni a largo plazo”.
En su discurso aparece a menudo una defensa: "todo el mundo debería tener vivienda, alimentación y educación. Y deberíamos proteger a nuestros compañeros en la Tierra, organismos a los que no conocemos demasiado bien y protegemos poco”. Y en este punto nombra el principio de San Mateo según el cual, cuanta más información y recursos tenemos, mejor los aprovechamos y más bien parados salimos de la interacción con otros, que desgraciadamente pueden quedar atrás.
Por atrevido que parezca, la línea que recorre los puntos de la vida de este ecólogo afable y apasionado esboza la caligrafía de la palabra disfrute, que resuena en su discurso.