
Las zonas de montaña sufren problemas de acceso a una vivienda asequible, una realidad que no es exclusiva de las grandes ciudades. La presión que supone el turismo agrava la situación inmobiliaria, a la que se añade la necesidad de garantizar servicios, educación, salud, transporte público y movilidad y conexión a Internet, entre otros. En este contexto de drástico cambio socioeconómico, desde la red europea de centros de investigación especializados en montaña NEMOR se están recopilando datos y experiencias sobre buenas prácticas de vivienda de montaña en Europa, aportando información de primera mano útil para la acción política. Se puede responder la encuesta hasta el 20 de junio 2025.
El objetivo de esta acción es identificar modelos y estrategias que hayan funcionado en contextos similares, además de políticas públicas que puedan replicarse y ampliarse en otros contextos. Las buenas prácticas pueden incluir ámbitos como la disponibilidad de suelo y las políticas de precio, la vivienda social, la financiación, las alianzas público-privadas, la planificación urbana, la vivienda de emergencia o la integración de colectivos desfavorecidos, entre otros.
Cambio de escenario
Cambio de escenario
La profunda transformación que experimentan las zonas de montaña desde la década de 1980 está en el origen de la crisis de la vivienda, según argumentan Stefan Kordel y Matthias Naumann en el artículo científico ‘The rural housing crisis: analytical dimensions and emblematic issues’.En una línea similar, Michael Mieß2 ‘Utopias rurales’ que la literatura reciente pone el foco en la creciente competencia entre el uso turístico de los paisajes rurales y la necesidad de vivienda permanente.
Este fenómeno se inscribe en un contexto más amplio en el que las regiones de montaña europeas encaran retos específicos, como el despoblamiento progresivo desde hace décadas y el consecuente abandono y envejecimiento de las casas. La situación provoca un círculo vicioso: el desempleo residencial se convierte en un símbolo visible del declive social y económico, lo que reduce aún más el atractivo para nuevos residentes.
Una condición esencial de vida
Una condición esencial de vida
Asimismo, la proliferación de segundas residencias y viviendas de uso turístico en muchas zonas de montaña europeas tiene consecuencias significativas como tensiones en el sector inmobiliario, incremento de los precios, falta de disponibilidad para los residentes habituales y una fuerte estacionalidad demográfica. Sin embargo, cabe decir que también suponen un impulso económico vinculado al turismo.
Estas tensiones conforman un escenario complejo, en el que las zonas de montaña deben hacer frente a retos que exigen respuestas a medida. Ante esta realidad, resulta fundamental identificar, analizar y compartir buenas prácticas de acceso a la vivienda en contextos de montaña.
Entendemos el acceso a la vivienda como la capacidad de acceder a un lugar en el que vivir dignamente, adecuado en calidad y ubicación y a un precio que no comprometa la cobertura de otras necesidades básicas de la vida cotidiana, ni ponga en riesgo el pleno ejercicio de los derechos humanos fundamentales. Esta visión pone en el centro el derecho a vivir con dignidad en el territorio, reforzando la idea de que la vivienda no es sólo una infraestructura, sino una condición esencial para el desarrollo personal, la cohesión social y la sostenibilidad futura de las zonas de montaña.