El eDNA (ADN ambiental): La monitorización con ADN ambiental se basa en el análisis de restos de ADN presentes en el medio (agua, tierra, aire). Es muy eficiente para identificar especies acuáticas como invertebrados o peces. A pesar de ser una tecnología prometedora, la limitación de bibliotecas de referencia y la dificultad para comparar datos entre estudios por los sesgos causados durante la extracción o la amplificación limitan su implementación. El ejemplo en Cataluña lo encontramos en el proyecto SISEBIO, que analiza el ADN ambiental del suelo en más de 100 parcelas permanentes, representativas de los principales hábitats, para ver las tendencias temporales de los organismos del suelo y generar indicadores del cambio global.
"Las técnicas tradicionales, basadas en la morfología, no permitían abordar de manera global el estudio de la enorme biodiversidad presente en los suelos, que ahora sí que es posible gracias al adelanto de técnicas moleculares y bioquímicas como el ADN ambiental" - Xavier Domene, Profesor Titular a la UAB e investigador del CREAF
Redes de sensores: Esta tecnología utiliza dispositivos distribuidos e interconectados para recopilar datos ambientales (normalmente fisicoquímicas) como la temperatura, el oxígeno disuelto y el pH en tiempo real. Normalmente se utilizan en medios acuáticos como por ejemplo ríos y lagos, pero también se pueden tomar medidas en suelos. La gracia reside en que, cada organismo tiene unos rangos de tolerancia determinados bajo los cuales puede sobrevivir y/o desarrollar sus funciones básicas, como ciertos niveles de oxígeno, de pH o de temperatura. Gracias a la red de sensores se puede obtener información a tiempo real y a lo largo del tiempo sobre cómo cambian estos parámetros y podemos inferir qué afectación puede tener esto sobre la biodiversidad de la zona.
En Cataluña, por ejemplo existe una red de sensores que se centra en hacer un seguimiento de las masas de agua (y suelos) a la zona de los Pirineos Centrales, en el Parque Nacional de Aigüestortes y Estaño de Santo Maurici, para entender cómo los cambios ambientales a largo plazo están modificando estos ecosistemas. Se hace en el marco del Limnological Observatory of the pyrenees (LOOP) y consta de diferentes sensores en suelos y en riachuelos de alta montaña que captan a tiempo real la temperatura, lo oxígeno disuelto, el CO₂, la conductividad eléctrica del agua, la turbidez del agua, el pH y otras variables.
Todos estos datos se transmiten mediante un módulo de comunicación y, lo que en otro momento hubiera sido difícil porque obtener muchos datos periódicos en un espacio como es la alta montaña puede ser difícil y costoso, ahora se recibe mediante una señal de radio a tiempo real. Esta autonomía es uno de las características diferenciales de las redes de sensores, así como que todo esté interconectado y se puedan medir varias variables al mismo momento. No obstante, a pesar de su potencial, el despliegue actual es limitado, principalmente debido a los costes elevados y la carencia de infraestructuras de análisis de datos. “El punto clave de estas redes es que son autónomas e interconectadas, lo que permite medir varias variables a la vez y entender mejor los procesos ambientales que nos interesan”, Lluís Gómez Gener- Investigador Ramon y Cajal al IDAEA-CSIC y participante del proyecto de seguimiento LOOP.