12/11/2025 Noticia

Los bosques de ribera y los nubosos son los que más carbono acumulan en la selva tropical de Nicaragua

Bosque de ribera Nicaragua
Responsable de prensa

Ángela Justamante

Graduada en Biología y comunicadora científica, actualmente responsable de prensa del CREAF, también cuenta con experiencia en proyectos europeos y de divulgación científica.

En el norte de Nicaragua se extienden, según Global Forest Watch, más de cuatro millones de hectáreas de bosques tropicales, un tapiz verde que actúa como un gran sumidero de carbono. Sin embargo, no todas las zonas almacenan la misma cantidad: detrás de la etiqueta general de “bosque tropical” se esconden distintas tipologías de bosque, cada una con su propio clima, especies y diferente capacidad para retener carbono.

Un nuevo estudio publicado en Forest Ecosystems y liderado por el  Dr. Oscar Lanuza, profesor e investigador en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en Managua (UNAN-Managua) y del CREAF, ha analizado las cinco tipologías forestales más habituales en Nicaragua - bosques nubosos, de ribera, de transición, de pino-encino y bosques secos tropicales- y demuestra que los bosques de ribera -los que crecen siguiendo los cursos de agua, como ríos o rieras,- y los bosques nubosos –situados en las partes más altas de las montañas y que se encuentran típicamente envueltos por la niebla- concentran la mayor riqueza de especies y carbono, de hecho, almacenan hasta cuatro veces más carbono que los bosques secos, que normalmente se localizan en las latitudes bajas de los valles y en las tierras bajas de la vertiente que da al océano Pacífico en todo el corredor centroamericano. 

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En general, hemos observado que, a más biodiversidad, más capacidad de almacenar carbono. Es el caso de los bosques de ribera y nubosos que, a pesar de ocupar menos del 21% del paisaje, son los que albergan una mayor diversidad vegetal, más especies únicas y los que más contribuyen al almacenamiento de carbono. 

Oscar Lanuza

Para llevar a cabo la investigación, el equipo ha analizado 4.495 árboles de 239 especies diferentes. En concreto, se han establecido 40 parcelas permanentes de muestreo dentro del paisaje protegido Miraflor–Moropotente, un área de 45.000 hectáreas que concentra una enorme variedad de ecosistemas en muy pocos kilómetros. En las parcelas, han catalogado cada árbol y han calculado la cantidad de carbono almacenado en su biomasa aérea -copas, ramas y troncos-, “de hecho, hemos aportado información de atributos funcionales –por ejemplo, densidad de la madera- de más de un centenar de especies que no estaban registradas en las bases de datos internacionales”, añade Lanuza. El trabajo de campo también lo han complementado con imágenes de satélite y modelos de aprendizaje automático para estimar de manera más precisa el total de carbono presentes en la biomasa aérea y en el suelo del área de estudio.  

Cinco tipos de bosque 

Respecto a la clasificación de los bosques, el estudio describe que en las zonas altas y húmedas se extienden los bosques nubosos, siempre envueltos en niebla y cubiertos de musgos, helechos y grandes árboles. En esta zona la diversidad es enorme y se encuentran en promedio hasta 30 especies de árboles en una sola parcela.  

Junto a los ríos y otros cursos de agua temporales o intermitentes crecen los conocidos como bosques de ribera, con vegetación frondosa y un suelo fértil y húmedo que favorecen una alta diversidad de especies, “estos bosques retienen ligeramente más que los nubosos, casi un 5% más”, añade Lanuza. Aquí la variedad de especies es aún mayor, ya que en cada parcela encontramos 45 especies de árboles de media. “Para hacerse una idea de la gran diversidad que esto supone, en toda la península ibérica hay unas 111 especies de árboles, así que solo en un cuarto de hectárea estos ecosistemas tropicales pueden reunir casi la mitad de toda la riqueza de especies de árboles que tenemos en la península”.

Entre los valles secos y las zonas montañosas altas se despliegan los bosques de transición, que mezclan especies de ambientes secos y húmedos y retienen alrededor de un 40 % menos carbono que los ribereños, pero más que los secos. En las laderas más frescas y elevadas se encuentran los bosques de pino-encino, dominados por unas pocas especies de coníferas y robles, que almacenan alrededor de un 65% menos  del carbono presente en los bosques de ribera. Y en las zonas de altitud más baja, con un ambiente más soleado y estacionalmente árido, crecen los bosques secos, con menos vegetación y con una capacidad de almacenamiento 75% menor que los de ribera y nubosos. 

El Dr. Oscar Lanuza tomando medidas en el bosque tropical de Nicaragua.
Oscar Lanuza
Bosque tropical de Nicaragua

Políticas de conservación más afinadas  

El estudio advierte que los modelos climáticos globales suelen subestimar el papel de los bosques tropicales al tratarlos como ecosistemas uniformes. “A menudo se habla del bosque tropical como si fuera uno solo, pero hay una enorme variedad: desde bosques de pinos y robles hasta selvas húmedas", explica Guille Peguero, coautor del estudio profesor de la Universitat de Barcelona, investigador del IRBio-UB e investigador adscrito al CREAF.  

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Reconocer esta diversidad es clave para diseñar estrategias de conservación más efectivas y para que los modelos climáticos representen mejor la realidad. 

Guille Peguero

De hecho, Global Forest Watch apunta que el bosque tropical en Nicaragua experimenta 140 mil hectáreas de pérdida de bosque anual el 2025. Según el equipo, es más urgente que nunca diseñar políticas que lo protejan de manera efectiva, salvaguarden su biodiversidad y las funciones que nos aportan a las personas, como la captura de carbono atmosférico.  

En la investigación también participan los investigadores del CREAF Josep M. Espelta, Adrià Descals y Josep Peñuelas, estos dos últimos también investigadores del CSIC.  

Este estudio ha sido posible gracias a la financiación de la Fundación Franklinia. "En países del sur global como Nicaragua, a menudo es difícil acceder a fuentes de financiación que ayuden a promover tanto el conocimiento del medio como su conservación. Este proyecto no solo ha ayudado a estos dos objetivos, sino que ha fortalecido los vínculos de colaboración que históricamente ha tenido la UNAN-Managua con el CREAF y con universidades catalanas como la UB o la UAB", concluye Guille Peguero.

Artículo de referencia: Lanuza, O.R., Descals, A., Espelta, J.M., Peñuelas, J., & Peguero, G. (2025). Variation of above-ground tree biomass and soil carbon stocks across neotropical forest types. Forest Ecosystems. DOI: https://doi.org/10.1016/j.fecs.2025.100386